Ya hace tiempo hablé en
esta página del aeropuerto sin aviones de Castellón. Rematada por la escultura
mastodónticamente hortera y carísima de la cabeza de su protector, defensor y
mecenas, el expresidente de la diputación de Castellón, amante de las gafas
oscuras y ganador de premios gordos de la lotería nacional por afición.
Permítanme que me ahorre nombres que todos conocemos, no quiera la casualidad
del destino, o los designios de los ministros de interior y de justicia que me
empapelen a mí el primero con la todopoderosa y neoliberal ley mordaza.
El caso, es que hace un par de días al leer la prensa
digital-costumbre tan sana para la conciencia como peligrosa para la salud
cardiaca- vi estupefacto que la historia del aeropuerto sin aviones de
Castellón volverá a repetirse a partir de diciembre, esta vez en Corvera,
provincia de Murcia.
El consejero de fomento reconoce a una agencia de noticias
estatal que este aeropuerto se abrirá a final de año, aunque no cuente con los
permisos necesarios para que pueda operar las aerolíneas. Hablando en plata,
que se abrirá por narices, aunque no haya permiso ni para abrir la cafetería,
ni para que aterricen aviones, ni para que lo sobrevuelen gaviotas de más de
quince quilos. El asunto no es baladí, pues para que el aeropuerto pueda acoger
vuelos, necesitan lo que los ingleses llaman Slots, es decir la aprobación del cupo aeroportuario que reparte la
Asociación Internacional de Transporte Aéreo o IATA, y a cuya asamblea deben
acudir los países con sus aeropuertos por abrir. Otra cosa es que les den el
cupo, para muestra el de Castellón.
Puse la notica al alcance de ciertos amigos mediante una
red social, narrando lo Berlanguiano de la situación, y minutos después una
amiga que vive por la zona me hizo llegar otro artículo donde se hablaba más
detenidamente del asunto. Y lo cierto es que
cuanto más me metía en la información menos claro me queda el asunto.
Resulta-y ustedes me perdonarán si me lio explicándolo,
porque es para ello-, que la sociedad de empresas privadas que llevaba la
concesión del aeropuerto, llamada Aeromur, cuyo mayor accionista es la empresa
constructora Sacyr –sí, la del Canal de Panamá- se comprometió en su día a no
recibir ayudas públicas en el caso de que el aeropuerto tuviera perdidas, y por
ello la comunidad autónoma avaló el proyecto con doscientos millones de euros.
Pero cuando en 2012 se terminó de construir el nuevo aeropuerto, y viendo que
los permisos no llegaban, la empresa que tenía la concesión decidió romper el
compromiso y pedir un reequilibrio financiero, para que la comunidad murciana
garantizara el apoyo económico de la sociedad privada si esta tenía perdidas.
Algo que iba a ocurrir, pues sabían que no tenían ningún permiso en regla para
recibir vuelos de ningún tipo. Pero además de ello, pedían al gobierno de
Murcia que cerrara el aeropuerto de San Javier, construido a tan solo 35
quilómetros del nuevo, y remodelado en 1995 para que pasase de albergar vuelos
militares a hacerlo con vuelos civiles y comerciales. Ya saben cada comarca con
su aeropuerto internacional, su obra de Calatrava en estado ruinoso y su
trocito de vía de alta velocidad. La marca España y tal.
El presidente de la comunidad murciana, Valcárcel –sí, el
que corrió a hacerse la foto tras el terremoto de Lorca, prometiendo cientos de
millones para la restauración del pueblo, y luego donde dije digo, digo Diego y
ni un duro por supuesto. Y que ahora se gana el pan con el sudor de la frente
de otros como vicepresidente del Parlamento Europeo-decidió rescindir el
contrato y sacar el aeropuerto a una nueva licitación, la cual no se ha
producido porque la empresa privada encabezada por la constructora Sacyr,
recurrió esta rescisión y todos se envolvieron en una maraña oscura de
acusaciones y argucias para que el juez de turno les diera la razón a ellos, y
por tanto lo que verdaderamente importa, la pasta.
Pero hoy las noticias cuentan algo diferente, pues parece
ser que el presidente de la comunidad murciana-el nuevo, y el equipo del viejo
presidente-, y la constructora ahora sí están a punto de llegar a un acuerdo
para que el grupo privado habrá el aeropuerto en diciembre, recayendo el gasto
como no, en el erario público, es decir en los murcianos de a pie. Y no crean
que son cuatro duros, no. El aeropuerto sin aviones, cerrado, y sin vistas de que
aterrice allí nada en los próximos tiempos, les sale a los murcianos a casi
22.000 euros al día. Eso sí, a lo que se niega el gobierno autonómico es a cerrar
el aeropuerto de San Javier, a 35 quilómetros del nuevo aeropuerto fantasma.
Pero en fin, como dijo el “señor” expresidente de la
diputación de Castellón el día de la inauguración: “Dicen que estamos locos por inaugurar un aeropuerto sin aviones, no
han entendido nada. Nada del acto de hoy como tampoco entendieron en su momento
la decisión de construir este aeropuerto. Este es un aeropuerto para las
personas, este es un aeropuerto por y para Castellón. Y durante el próximo mes
y medio cualquier ciudadano que lo desee puede visitar o caminar por las pistas
de aterrizaje, algo que evidentemente no podrían hacer si fuesen a despegar o
aterrizar aviones”.
Supongo que al igual que el de Castellón, el que quiera
podrá pasear durante mes y medio-o el tiempo que sea- por el aeropuerto sin
aviones de Corvera. Lo que me parece es que estas macro pistas de paseo nos ha
salido bastante caras a los ciudadanos. Pero claro, yo como decía el expresidente,
por entonces no entendía nada…Y sigo sin entenderlo.
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