Caía el sol sobre la
ciudad Siria de Deir ez-Zor, al este del país. Un individuo ataviado con unos
ropajes amplios y de color negro, se interna en un recóndito callejón al sur de
la ciudad. De pronto, una mano rápida y silenciosa, salida de una manga ancha de
color blanca, le cercena el cuello…¡ras!...Dejándolo listo de papeles. La
sombra blanca, fantasmagórica huye rápidamente, perdiéndose por una esquina
derrumbada tras los últimos bombardeos. En esa construcción, parcialmente puede atisbarse una misteriosa
pintada que en los últimos días han ido apareciendo por la ciudad. En ella se puede
leer; La mortaja blanca.
Una
pintada similar, había aparecido también en las puertas del viejo zoco de la
ciudad, que se mantienen en pie como buenamente puede, después de varios años
de explosiones y bombardeos. Un zoco que ya no recuerda el esplendor con el que
reabrió sus puertas, tras la gran remodelación del año 2010. Horas después de
la aparición de la extraña pintada en la puerta de la tetería, un coche se
detuvo durante unos segundo en sus puertas, vaciando los cinco cargadores de
los cinco Kaláshnikov que portaban sus ocupantes, sobre los cuatro tipos de
chilaba negra que tomaban té y café, mientras charlaban tranquilamente.
En
la zona estaban ocurriendo cosas extrañas. Aunque con razón a nadie le
extrañaban estos actos, más allá del sobresalto del momento. El país, se
encuentra en el epicentro de una espiral de violencia salvaje, de una guerra
civil, y la ciudad de Deir ez-Zor, al igual que la vecina de Raqqa se
encuentran en manos de los yihadistas más radicales. Feroz salvajismo que se
expande por todo el territorio que hace frontera con Irak.
Con
el paso de los días y el aumento de los ataques, comenzaron a levantarse
diferentes habladurías, corrillos de cuchicheos entre los diferentes testigos.
Sobre todo tras la última actuación, cuando un control de carretera recibió el
impacto de un mortero, que pico el billete a todos sus miembros. Los testigos,
cuentan siempre lo mismo. Tras cada ataque se veían por la zona unas figuras
fantasmagóricas, que nadie había visto antes, y que se difuminan entre la noche
del desierto sin dejar rastro. Pero había algo más misterioso aún, todos los
muertos eran miembros del Estado Islámico.
La
explicación llegaría días después, cuando un guerrillero concedió una
entrevista a Reuters. En ella tras un falso nombre, se declaró jefe de un
comando asesino denominado Mortaja Blanca. Por su vestimenta, totalmente
enfrentada al negro absoluto del Estado Islámico. El tipo-sigue, declarando-,
perteneció a la milicia yihadista, pero cuando vio hacia donde se dirigían sus
actuaciones, desertó. Creando un grupo de luchadores, que se enfrentaría desde
ese instante, y con sus propias armas al Estado Islámico. Un total de
trescientos hombres, como los trescientos de Esparta. Que se mueven por el
territorio en células de cuatro personas, sin conexión entre ellas, para
ejecutar sus misiones con rapidez y limpieza. Evitando además que si son
detenidos con vida, puedan irse de la lengua.
Su
misión no es tumbar al Estado Islámico, ellos son conscientes de lo imposible
de la empresa. Entre otras cosas, porque ellos son solo trescientos, y el
Estado Islámico más de ciento cincuenta mil, que además cuentan con la
financiación de la venta de petróleo a países de occidente y del tráfico de
drogas. Pero se han propuesto crear una guerra sucia. Jurando perseguir y
asesinar, a cualquier miembro del Estado Islámico que se interne en la soledad
de la noche, que duerma en una cama que no se la suya. En definitiva, arrancar
la tranquilidad a todos los miembros del ISIS, dejándoles claro que cuando
entren en algún lugar extraño, no tengan seguro salir con vida de allí.
El
Estado Islámico ha respondido por su parte, asegurando que perseguirá, y
descabezará a este grupo que los ataca en sus descuidos. Prometiéndoles a todos
sus miembros la muerte mediante crucifixión, junto a los mayores vejaciones
posibles. Algunas de estos tormentos bíblicos, ya se han podido ver en los
medios de comunicación.
Como
ven, las guerras internas de cada país son un mundo en sí mismo, grupos que se
persiguen unos a otros utilizando las mismas prácticas. Y gente de fuera,
haciéndose millonarios a cuenta de la muerte de miles de inocentes en los
países beligerantes. Y como tristemente hemos visto en los últimos tiempos,
también con los muertos en otros países más cercanos a nosotros. Tal vez,
deberíamos preguntarnos de donde sale ese odio, esa capacidad de organización,
similar al de los ejércitos más avanzados del mundo. Y sobre todo, de dónde
sacan el dinero. Sería necesario investigar y desenmascarar a los países
occidentales que comprar el petróleo a estos grupos, poniéndoles en bandeja de
plata el dinero necesario para financiarse, y sembrar el terror en el mundo.
Seguro que con esa lista en las manos, nos llevaríamos más de una sorpresa. Y
de dos.